Cuando estaba pequeña tenía mi papá en casa pero trabajaba todo el día, así que lo veía al final de la tarde o en la noche. Era bueno saber que había alguien fuerte en casa, pero no compartiamos mucho. Estuvo en casa mis primeros 10 años de vida, luego se divorciaron mis padres y me hacía aún más falta. Tenía muchos problemas y necesitaba a papá.
Tal vez es tu caso también. Hay quienes tienen a papá en casa pero solo es un proveedor, da el dinero para comprar la comida y las cosas pero no está para apoyarte en algo que estás haciendo o que te está pasando. Puede haber soledad en tu vida por eso, y un vacío.
O quizás no tengas papá porque abandonó el hogar y no supiste más de él, o por la separación de tus padres, o por muerte. En cualquier caso, hace falta el cariño de papá, y sus consejos, aunque no te interesen mucho en este momento que vives, hace falta ese apoyo para confiar que todo va a estar bien contigo mientras creces.
La buena noticia es que Dios se ofrece para ser tu padre, un padre celestial que tiene cuidado de ti, llenará ese vacío que tienes y te dará propósito para vivir. Dice una frase en la Biblia que aunque mi papá y mi mamá me dejen, Dios me recogerá. Eso lo hace porque te ama.
Si eres un adolescente, es una buena idea que te unas a una iglesia donde haya familias completas con padre y madre, y te hagas amigo o amiga de alguno de los jóvenes de esas familias, comparte con ellos como familia y pásala bien, eso te ayudará en tu crecimiento. Tal vez tengas un tío o un abuelo con quien puedas conversar, compartir, o puedan hacer algo juntos.
No te quedes solo lamentándote y diciendo no tengo papá, sí, te comprendo, pero puedes salir adelante, y ser tu mejor tú, dar lo mejor y ser exitoso en la vida.
Por Mery Bracho
Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me mantendrá cerca. Enséñame cómo vivir, oh Señor. Guíame por el camino correcto. Salmo 27:10-11